- ¿Y si vamos a casa?
- Me apetece quedarme un rato más.
- Me apetece quedarme un rato más.
- Pasa de ellos, vamos - Eric la agarró por el brazo tirando hacia él. Lía se resistió ante la mirada estupefacta de sus amigos.
- Tío, déjame en paz - le espetó. La frialdad con la que se miraban en ese momento cortaba el ambiente.
- Pero, ¿qué coño te pasa ahora? Es que no hay quien te entienda, maldita desquiciada.
- Quieres echar un polvo, ¿no? Pues búscate a otra, porque hoy no abro.
- ¡Joder, Lía!
Eric salió del bar y deambuló por las calles sin rumbo alguno. Esta tía sólo me va a traer problemas, pensaba, pero qué demonios, arderé en el infierno de todas formas. Mañana la llamaré.