Páginas

domingo, octubre 12

XIII

Siempre he odiado esa manía tuya de poner la alarma del reloj muy, muy temprano para salir corriendo de mi cama, casi como si estuvieras huyendo. ¿Es que acaso sigue pensando que la quieres? Bueno, yo también lo pensé en su momento, pero ha llovido mucho desde entonces. Ya no somos los mismos, ¿verdad? Tú finges que sólo soy un polvo fácil y yo finjo que no significa nada; aunque cuando me miras a los ojos, entre jadeos, podría jurar que…

Nada, que es tarde, deja que te ayude a buscar los pantalones. Hoy es mejor que no te quedes a dormir.