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domingo, octubre 5

XI

No creo que te refirieras a esto cuando decidiste que debíamos poner espacio entre los dos, pero incluso el espacio que existe ahora mismo entre tu boca y la mía me parece exagerado. Sé que prometí no buscarte, pero es que se suponía que el alejamiento debía darnos perspectiva y a mí me estaba nublando la razón. O quizá no, ya venía loco de fábrica. Pero de pronto me vi en tu calle, en tu portal, frente a tu puerta, tocando el timbre y qué se yo, no pude evitarlo, de veras. ¿Me invitas a pasar? Venga, ya que he venido hasta aquí… Me sentaré en el sofá, charlaremos un rato y te prometo que no pasará nada. Mejor no te prometo nada, porque esa camisa está pidiendo que la desabotonen con urgencia. Pero podemos charlar primero y puedes contarme cómo te va sin mí. Yo ya ves, jodido. ¿Sabes qué es lo que más extraño? Tus labios en mi cuello, tus manos en mi espalda, las mías en tus nalgas. Sí, sí, ya sé que sólo íbamos a hablar, me he despistado. Es que si me miras así… En el fondo sé que lo estás deseando.

***


Qué guapa estás después de haberlo hecho, ¿te lo había dicho alguna vez? Escucho tus latidos como si tuviera una banda tocando en mi oído y da mucha paz, pero creo que ya es hora de que me vaya. ¿Cómo que por qué? Habíamos acordado separarnos un tiempo, ¿recuerdas? Venga, no montes drama, sólo ha sido un polvo rápido. Te equivocas, no estás enfadada conmigo, estás enfadada contigo misma, por haber vuelto a caer. Claro que no voy a cambiar, pero tú tampoco, ¿verdad? Eso es lo que te jode. Nos vemos pronto, descuida. Llámame.