Mi abuela hablaba mucho, a menudo disparates, y mezclaba la realidad con sus sueños.
Había veces que se le trababan las palabras, veces en que se le nublaba un poco la razón y en medio de una historia se le olvidaba por completo lo que estaba haciendo, y veces en las que repetía las mismas dos frases durante horas sin darse cuenta. A veces ni siquiera era capaz de recordarme o reconocerme, pero nunca se olvidó de decirme que me quería.
"¿Usted es mi nieta ******? Porque yo a mi nieta la quiero mucho, ¿sabe usted?"
Era bonita mi abuela.