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domingo, diciembre 28

XXX

       Ya ha salido el sol. Los recuerdos de la noche pasada reposan entre un montón de sábanas revueltas y como tantos otros días, amanezco jodida y sola. Me quedé dormida un segundo y ya habías desaparecido. Te marchaste, de mi cama, de mí. Aunque, sin despedidas, irse no es más que una forma poco sutil de huir. Cuántas veces has huido ya. Cuántas veces he despertado y no he encontrado más que tu hueco vacío al otro lado de la cama y una nota junto al despertador. «Lo siento, sé que no te lo mereces». Pues quizá no lo sientas tanto, pero tienes razón: no merezco nada de esto. No dejaré que vuelvas a desordenarme la vida. Voy a cerrar el libro para siempre.