Páginas

domingo, diciembre 14

XXVI

       Resulta que mirar viene del latín mirari, que en palabras simples viene a significar algo parecido a admirarse o maravillarse. Probablemente no lo sabías y, para qué engañarnos, tampoco te importe. Y no es que a mí me haya dado por la etimología ni mucho menos, pero...

       ¿Y si nos miramos sin vernos? ¿Qué obtenemos? -ya sabes que mis citas son algo libres-. Una amistad, a la que no le hacen falta ojos.

       Pues así de primeras, qué quieres que te diga. Eso de no ver a quien quieres siempre me ha parecido una m***** mayúscula, así que puedes imaginarte qué me parece lo de no abrazarte. Claro que hacen falta ojos. También bocas que sonrían o manos que se rocen por error. Y mirarte a los ojos mientras sonríes. Claro que hace falta, repito de nuevo en voz muy baja, sólo para mí misma. 

       Pero luego te miro, desde tan cerca como me es posible, y pienso que lo de maravillarse puede que tenga sentido. A lo mejor lo de admirarse, a uno mismo en otra persona, no sea tanta locura, al menos si se trata de ti. Te miro y descubro una coraza pequeñita y una persona enorme. Descubro fuerza y agallas, alegría y dolor. Las ganas de hacerlo todo y no temer a nada, la calma y la inquietud. Una mirada desafiante que muchas veces derrochó luz. Un gran niño que siempre acaba apareciendo y un pequeño hombre que sigue sorprendiéndome todavía, que me sostiene todavía. Te descubro quedándote cuando deberías irte y escondiéndote quién sabe de qué. Te descubro en cada paso que doy y todas las veces que me quedo quieta; lejos, pero conmigo. Te descubro en lo bueno y, muchas veces, también en lo malo. Y no sé explicarte a qué se debe esta extraña sensación que me invade el pecho. No sé si es gratitud, de que haya gente como tú, de que estés aquí, u orgullo, de ti, de la vida contigo en ella. Puede que sea cariño o tal vez felicidad, vete a saber. Pero te entiendo. Que no necesito ojos para esto y nunca los necesité para mirarte. 

       Ojalá no olvides mirarme tú.
       (Y abrazarte fuerte. Y que no quieras irte.)