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domingo, marzo 15

XL A veces

   A veces quiero irme. Así, sin más.

   Coger tres o cuatro cosas y largarme a cualquier parte. Huir de las obligaciones y los problemas. De los mensajes malinterpretados, las llamadas que no llegan y las malas caras. Las conversaciones forzadas, los saludos por compromiso, los besos por educación. ¿A QUIÉN SE LE OCURRIÓ ESA ESTUPIDEZ DE CONVENCIONALISMO DE SALUDAR DANDO BESOS A GENTE A LA QUE QUIERES PERDER DE VISTA? De las relaciones falsas y la gente hipócrita. De la gente cobarde, de los que necesitan hacer sentir mal a los demás, de los que quieren imponer sus ideas (normalmente equivocadas) sin razonar. De los del sexo rápido y de los aburridos. De los que no han leído nada más allá del As e idolatran a Roncero, de todo ese montón de gente que se cree especial por ser exactamente igual que el resto. De los que enmascaran la mala leche llamándola sinceridad y de los que no son capaces de ser reales ni así. De los que escriben una y otra vez la misma sarta de tonterías. De que maltraten a la Poesía; de los del amor con hache. De madrugar, de pensar en acostarme temprano (pero nunca hacerlo), de no dormir. De todo, en realidad.

   A veces quiero irme. Así, sin más.

  Y me gusta engañarme a mí misma pensando que el problema es el resto, a pesar de saber perfectamente que el problema es el aire cuando sobra, entre tú y yo por ejemplo. Que el problema es tu olor desapareciendo de mi cuello y los abrazos en los que ya no estás.

   A veces quiero irme. Así, sin más.

   Pero, ¿cómo escapas de tu propia piel?