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miércoles, abril 15

XL7

       Entró en el garito con paso firme, flequillo despeinado y una sonrisa amplia, la típica sonrisa de los que quieren comerse el mundo y no les importaría hacerlo empezando por cualquier boca. Puede notar las miradas posándose sobre él mientras se dirige a la barra, donde hace rato que le esperan. Sus amigos le reciben poniéndole una cerveza en la mano: está listo para comenzar la fiesta. Esta noche promete, se dice a sí mismo mientras bebe un trago. Era el mismo mantra de cada noche de juerga o, al menos, el mismo desde…
       - Tío, ¿esa no es…? 
       - Mierda.