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domingo, mayo 31

LV

       El problema no fue chocarme contra el muro que, aunque parecía diminuto, existía entre los dos. El problema fue que preferí quedarme entre los escombros a curarme las heridas, en lugar de refugiarme en algún lugar seguro –porque cuando tú aparecías, la sensatez salía por la ventana-. Edifiqué mi hogar con los mismos ladrillos que habían abierto una brecha en mí y creí que estaba bien. Pinté y decoré las paredes, amueblé las estancias, puse libros, muchos libros. Me sentía en casa desde que las buenas noches me las dabas tú. Y cuando parecía que lo había conseguido, cambiaste la cerradura y me dejaste fuera. Ahora no sé a dónde ir.

domingo, mayo 24

LIV

        Sé que es típico, y algo absurdo, empezar hablando de tu sonrisa, porque las hay más amplias, más sinceras y, probablemente, más bonitas. Pero tú me la regalas sin pretensiones y me invitas a adentrarme un poco más en esa locura que es tu mundo, haciendo, esta vez de verdad, de cada momento una oportunidad. Y buscas la mía a golpe de caricias. Aunque he de confesar, que si no me ves siempre sonriendo es por guardar las apariencias, para que no creas que te quiero hasta cuando te vas.
       Y también es típico decir que me gustas incluso distraído, pero cuando frunces el ceño y tuerces la boca, a veces me cuesta acordarme de respirar. Si te vieras como te veo yo…
       Pero hoy apuesto por ti, aunque esto pueda no ser suficiente y acabe arruinándome. Que ya tengo la cuenta en números rojos y me van faltando tus besos.

domingo, mayo 17

LIII

       Echando cuentas, si la vida son (tres)! días, a mí me están faltando besos y me están sobrando golpes. Falta piel y roce, y sobra ropa y aire. Porque si los mejores momentos son los que te dejan sin aliento, la boca no se hizo sólo para guardar lo que me gustaría gritarte y nunca me atreveré siquiera a susurrar. Y si hablamos de tonterías, no hay mayor absurdo que estar maldiciéndote cuando ayer te imaginaba con mucha más intensidad. Porque la intensidad aumenta conforme la resistencia decrece, y yo nunca tuve fuerzas para resistirme. Pero cómo cambian las cosas de un momento al otro, y quién es esa del espejo. 

domingo, mayo 10

LII

       Últimamente siempre me despierto unos minutos antes de la hora; hoy fue un día de esos. Me he despertado y me he movido lo justo para taparme un poco más, sin abrir los ojos, como queriendo robarle a la mañana unos minutos más de paz, porque me esperaba un día largo por delante. Pero hoy, que los pensamientos me torturaban un poco más de lo normal, me he dado cuenta de que contigo hago justo lo mismo: robarteunos minutos que, aunque me pesen, llevan otro nombre. Y me abrazas, y sonríes en mi cuello, e irremediablemente me haces sonreír a mí, y en ese momento parece que vale la pena pero no sé conformarme con tan poco.

      Luego vuelves a irte.

      Suena el despertador.

      Y realmente no sé si ya no quiero nada más, o si el problema es justo lo contrario, que siempre quiero más.

domingo, mayo 3

LI

       Hoy, como cada mañana, me he despertado y la he visto. Sonreía. Sonríe mucho, la verdad. Aunque todo vaya en contra y fuera de casa haya tormenta, ella sonríe. Sonríe aunque la tormenta esté haciendo tambalear los cimientos desde dentro, supongo que no sabe hacer otra cosa.

       Es calma y paz, y a veces también huracán, pero nunca lluvia: pocas veces la vi llorar. Aunque, como todos, a veces pierde las ganas de luchar. En ocasiones también las perdí yo, y pude descubrir en sus ojos la desesperación. También la tristeza. En algunos momentos, las balas fueran tan seguidas que empezaron a no doler, pasaban por los huecos sin rozarla, y aun así le dolían. Y aun así nunca se dio por vencida.

       No ha logrado entender mi pasión por las letras, por las historias, por las luces, por los botones, pero quiero pensar que algún día me aguantará menos y me querrá más, si es posible. O al revés. Porque yo la querré aunque no sepa ni comprenderla ni demostrarlo.

       Porque es imposible no quererla cuando la oyes reír.