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domingo, mayo 31

LV

       El problema no fue chocarme contra el muro que, aunque parecía diminuto, existía entre los dos. El problema fue que preferí quedarme entre los escombros a curarme las heridas, en lugar de refugiarme en algún lugar seguro –porque cuando tú aparecías, la sensatez salía por la ventana-. Edifiqué mi hogar con los mismos ladrillos que habían abierto una brecha en mí y creí que estaba bien. Pinté y decoré las paredes, amueblé las estancias, puse libros, muchos libros. Me sentía en casa desde que las buenas noches me las dabas tú. Y cuando parecía que lo había conseguido, cambiaste la cerradura y me dejaste fuera. Ahora no sé a dónde ir.