Páginas

viernes, agosto 21

LIX

       Cuando le conocí decía que la vida era demasiado corta como para tomar café sin azúcar. Era un apasionado del café. Le apasionaban tantas cosas que era casi imposible seguirle el ritmo. Hizo que yo también cayera un poco. Yo, que después de dos años seguía perdiéndome en la gran ciudad, sintiéndome pez en pleno bosque, de pronto me sorprendía escuchando una playlist de música chill out o probando distintas sazones para la carne. Todo me resultaba nuevo y excitante, sobretodo él, sobretodo su forma de cogerme de la mano; me dejé llevar en todos los sentidos. Fue un buen guía, pero aunque hasta los bares más tristes de la ciudad se llenaron con los momentos de amor que compartimos, nunca hubo nada realmente. 
       Hace poco le vi, ¿sabes? Ya no toma café.