¿Sabes qué? Veo tu miedo y subo el mío. Que estás desvaneciéndote poco a poco pero me niego a soltarte del todo. Todavía no.
Quédate.
Que aún no sé a qué sabe tu sudor ni me he aprendido de memoria esa sonrisa que luego me romperá a base de recuerdos.
Quédate.
Que aún no voy a hablar de amor, pero podemos hablar de soñar o de morder. Hablemos de otros, y que no haya nadie más. Porque desde hace un rato estoy a la altura de tu abrazo y no imagino lugar mejor para pasar el rato. Curemos las heridas, hagamos historia; que se escondan las estrellas, veamos amanecer.
Pero quédate, joder.
Que te juro que vale la pena. Que valdrá la risa.