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viernes, septiembre 23

LXXI "Y"

       El sol sale por el mismo sitio, el tráfico no afloja, en la calle se discute por las mismas cosas, es un día cualquiera y, sin embargo, ese día te cambia la vida. "Voy a intentar salvarle la vida", “yo no esperaba que esto fuera así”, “confiemos en que salga de esta”, “hay que mantenerse fuertes, por él”, “es que estas cosas siempre le pasan a otros”… porque nadie se esperaba que ocurriera pero ocurrió, y nadie quiere pensar lo peor pero lo piensa, y todos quieren mantener la esperanza pero no pueden, y todos quieren sonreír pero lloran con la boca. 
       Y ella, que creció entre batas blancas, olor a desinfectante y ventanas cerradas que no dan a ningún lugar, que nunca tiene miedo, de pronto necesita aire y no lo tiene. El tiempo pasa lento mientras, paralizada frente a la camilla, busca explicaciones que no encuentra. Como si la realidad perdiera el sentido y no hubiera manera de recomponerse. Minutos que parecen horas, angustia, soledad. Volver a casa e intentar olvidar a la mujer que, entre el barullo de la gente, lloraba, porque cada noche tenía que dejar el alma en un pasillo y, a través de una pared, decirle "Hasta pronto" a su niño. Como si eso pudiera olvidarse. Como si fuera a olvidarlo alguna vez.