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miércoles, abril 8

XLV

       Remolonea entre las sábanas, resistiéndose a levantarse pese a que la mañana ya está bien avanzada. Es miércoles y debería estar en clase, pero la noche anterior se le alargó la juerga de nuevo. Conseguir lo que quería siempre había estado ligado a tomarse un par de copas, subirse la falda y jugar un rato. Había cogido bastante práctica con el paso de los años. Al principio se sentía sucia, tenía dudas, remordimientos, vaya uno a saber. Ahora ya está acostumbrada y amigo más, amigo menos, no le importa. No, si eso se traduce en ciertos privilegios.
       - Nena, ¿estás despierta? –pregunta su madre desde el umbral de la puerta.
       - Casi –responde en un hilo de voz, aún con la cabeza enterrada en la almohada..
       - Pero, ¿no deberías estar en clase? ¿Te encuentras bien? –un deje de preocupación se deduce en su voz.
       - Sí, no te preocupes, mamá. Es sólo que anoche me quedé hasta tarde estudiando y me he quedado dormida.
       Responde rápidamente. Sus padres no sospechan nada. Nadie sospecha nada en realidad. Siempre fue experta en mentir.